viernes, 26 de noviembre de 2010

Cómo controlar las deudas

Existe gran cantidad de fórmulas para establecer una proporción aceptable entre deudas e ingresos. Sin embargo, es tanta la diversidad de circunstancias que muchas de esas fórmulas son poco prácticas. Por ejemplo, algunos economistas creen que una familia puede apartar el 30% de sus ingresos brutos para pagar la vivienda —amortizaciones de hipoteca o pagos de alquiler—. No obstante, es posible que las familias muy pobres no puedan dedicar a la vivienda ese porcentaje de sus ingresos. De este ejemplo se desprende que las fórmulas generales suelen ser demasiado vagas, por lo que es mejor que el problema de controlar las deudas se analice a nivel individual.

Algunas deudas pueden ser admisibles, pero en esos casos se requiere discernimiento y cuidadosa administración. Por ejemplo, la mayoría de las personas no pueden comprar una casa sin contraer deudas. No sería realista pensar que una familia debe vivir de alquiler hasta que hayan ahorrado suficiente dinero para pagar una casa al contado. Probablemente nunca podrían hacerlo. Sin embargo, quizás la familia llegue a la conclusión de que el dinero que están pagando en concepto de alquiler podría canalizarse hacia el pago de la hipoteca de una casa, porque aunque necesitarían muchos años para terminar de pagar la hipoteca, tal vez consideren que en su caso resulta más práctico hacerlo de esta manera.

Si tenemos en cuenta que el valor de la casa probablemente aumentará con el tiempo, se entiende que aunque los pagos de la hipoteca quizás sean más elevados que el alquiler mensual, la familia mejora su situación económica, pues están creando valor líquido de propiedad, es decir, el valor de la casa después de haber deducido la cantidad en que está hipotecada. Por tanto, una hipoteca sobre una casa a un tipo de interés razonable y con pagos asequibles, puede ser una deuda aceptable. Lo mismo puede decirse de otras compras de envergadura pero necesarias para la familia.
Otros tipos de deuda pueden ser totalmente inadmisibles y hay que saber rechazarlas. La mejor pauta para conseguirlo quizás sea la siguiente: No compre lo que no necesite y no pueda pagar. Evite ser un comprador impulsivo. Aunque algo esté a mitad de precio, si usted no puede pagarlo deja de ser una ganga. No pida préstamos para comprar artículos de lujo. No haga viajes de vacaciones que no pueda pagar antes de partir. Tarde o temprano hay que pagar todo lo que uno compre. Las tarjetas de crédito son útiles para evitar llevar dinero en metálico, pero resultan muy caras cuando se utilizan como medio de pedir dinero prestado.

Cómo liquidar las deudas

Algunas personas quizás opinen que los consejos sobre cómo controlar las deudas les han llegado demasiado tarde. “Ya me encuentro bajo una avalancha de facturas y obligaciones. ¿Cómo puedo salir de esta situación?” La verdad es que nunca es demasiado tarde para empezar.

Lo primero sería ponerse en contacto con un banco confiable. Si usted debe pedir un préstamo, un banco probablemente sea el que pueda ofrecerle el mejor tipo de interés. Si su banco no le quiere conceder el préstamo, es muy posible que le esté haciendo un favor. Recuerde, el negocio de los bancos es prestar dinero, y si parece razonable se lo prestarán.

En segundo lugar, debe empezar a pagar sus deudas de manera organizada. Bosqueje por escrito el cash-flow o flujo de caja que usted piensa tener durante los siguientes veinticuatro meses. Sea realista. Incluya hasta el más mínimo ingreso que espera tener y entonces apunte todo lo que tenga que pagar. Aparte cierta cantidad para gastos que en ese momento ni siquiera se le ocurran. Anote las deudas en orden de prioridad y luego distribuya su dinero de manera equilibrada para que siempre pueda pagar al menos parte de cada una de ellas. Establezca fechas concretas para la liquidación de cada deuda.

Además de utilizar este método de pagos, considere dónde podría reducir gastos. La reducción de deudas siempre requiere algo de sacrificio. ¿Es posible reducir la factura de la compra adquiriendo artículos de oferta o sustituir algunos ingredientes por otros más económicos a la hora de planear los menús? ¿Puede recortar sus vacaciones, reducir su nivel de vida o disfrutar con menos frecuencia de algunos artículos de lujo? A veces simplemente tenemos que ser duros con nosotros mismos. Algunos gastos pueden cambiarse de la columna de “artículos de primera necesidad” a la de “lujos”.

Una vez que tenga bosquejado por escrito un método de pagos, considérelo con su apoderado del negociado de préstamos bancarios. Ver que usted está resuelto a pagar sus deudas le causará buena impresión. Quizás pueda mostrarle cómo mejorar su método de pagos y, según el país de que se trate, hasta podría sugerirle un préstamo de consolidación de la deuda. En ese caso, asegúrese del tipo de interés que se le impondrá y de la cantidad de tiempo que le conceden para liquidar la deuda consolidada. Por lo general, con ese tipo de préstamo se efectúan pagos inferiores durante un período de tiempo más largo. No obstante, no caiga en la tentación de utilizar la consolidación de deuda para pedir prestado más dinero.

¡Comuníquese!

Para que cualquier programa de reducción de deudas tenga éxito, hace falta comunicación. Visite o telefonee a cada uno de sus acreedores. Si cree que puede ser de ayuda, enséñeles el método de pago que piensa seguir, pero tanto si hace esto como si no, al menos hable con ellos. Recuerde que los acreedores quieren saber lo que usted está haciendo y manténgalos informados. Lo que un prestamista no puede tolerar es el silencio, pues este se interpreta en seguida como una señal de indiferencia por su parte o hasta de que rehúsa pagar. Muchos acreedores han entablado pleitos para recuperar su dinero solo porque nadie se molestó en explicarles lo que estaba sucediendo.

¿Debería usted considerar la posibilidad de declararse en quiebra? En algunos países todas las personas tienen el derecho de beneficiarse de tales provisiones legales, pero no es algo que deba tomarse a la ligera. El que contrae una deuda, contrae una responsabilidad, y en ella hay implicada una obligación moral. Declarándose en quiebra, usted crea problemas para otros, y además eso queda como una mancha en su registro.

No hay nada malo en seguir el proceder de antaño de pagar los gastos según vayan surgiendo. Lo cierto es que lo mejor es empezar por no contraer deudas, si es posible. Las deudas pueden ser como arenas movedizas que le van absorbiendo. Rick y Lois se dejaron engullir por ellas. Ellos tienen que hacer cambios, pero poco a poco podrán salir a flote.
Si usted estuviese enterrado bajo una avalancha literal, utilizaría hasta el más mínimo grado de movilidad que tuviera para cavar y poder salir. Tal vez sea un proceso lento, ¡pero funciona! Recuerde: sin importar cuánto tiempo se necesite o cuántas dificultades haya que vencer para liquidar las deudas, merece la pena el esfuerzo.

1 comentario:

Mariano Latapi Ramirez dijo...

muy buen articulo te invito a visitar mi blog